La displasia de cadera en bebés se define clínicamente como una malformación congénita. Ocurre cuando la cabeza del fémur y la cavidad de la pelvis del niño no encajan correctamente, rotando en una posición anormal. Esta condición puede presentarse de diferentes formas, desde una leve displasia, donde la cavidad de la pelvis es ligeramente aplanada, hasta una luxación completa, donde el fémur se desplaza totalmente de su posición natural.
El diagnóstico precoz es fundamental para una mayor calidad de vida
Se trata de una anomalía que afecta aproximadamente 3 de cada 1 000 recién nacidos. Además, su incidencia es cuatro veces mayor en niñas que en niños y es común encontrar varios casos dentro de la misma familia, lo que sugiere un componente genético significativo en su aparición. Y aunque no es una condición grave, un diagnóstico temprano por parte de un ortopedista pediátrico y un tratamiento adecuado son esenciales para evitar problemas más serios en el futuro, tales como lesiones en las articulaciones y huesos, asimetría en las extremidades o artrosis prematura en la edad adulta. Este diagnóstico precoz es clave para garantizar una intervención temprana y efectiva, evitando así complicaciones a largo plazo que pueden afectar la calidad de vida del niño.
¿Por qué se produce la displasia de cadera en los recién nacidos?
Las causas de la displasia de cadera en bebés no están completamente claras. En algunos casos, existe una predisposición genética y los ligamentos de las articulaciones no son lo suficientemente fuertes para mantener la cabeza del fémur en su lugar. Otros casos pueden estar relacionados con la posición del bebé durante el parto, especialmente en partos difíciles o en presentaciones de nalgas. Factores adicionales como el primer embarazo, el bajo volumen de líquido amniótico y el uso de técnicas de envoltura que mantienen las piernas del bebé juntas y estiradas también pueden aumentar el riesgo de displasia de cadera.
Síntomas de la displasia de cadera en bebés
Los signos de displasia de cadera en recién nacidos son muy sutiles y pueden pasar desapercibidos para los padres. Sin embargo, el examen de esta articulación es parte de la rutina de exploración clínica que los pediatras realizan a los recién nacidos. La evaluación de las caderas se lleva a cabo antes de que el bebé salga del hospital y durante las revisiones rutinarias de salud, lo que permite una detección precoz de la displasia de cadera. Los signos incluyen un ‘clic’ o sonido hueco durante la exploración de las caderas, dificultad para mover una pierna en comparación con la otra, asimetría en las extremidades inferiores o en los pliegues inguinales. Los padres deben estar atentos a cualquier señal de que algo no está bien, como una pierna más corta que la otra o una notable falta de movilidad en una de las extremidades.
Si no se trata, la displasia de cadera puede llevar a una ligera cojera al caminar o incluso a una curvatura anormal de la columna vertebral (escoliosis) para compensar el reparto desigual del peso entre las piernas. Otros problemas potenciales incluyen dolor crónico y desgaste prematuro de la articulación de la cadera, lo que puede requerir cirugía más adelante en la vida.
Tratamientos de la displasia de cadera
El tratamiento de la displasia de cadera tiene como objetivo mantener la cabeza del fémur bien firme en su sitio durante un periodo de tiempo específico, dependiendo del caso y la edad del niño. Esto favorece el desarrollo correcto del fémur y la pelvis, fortalece los ligamentos y normaliza la articulación.
En casos leves, el ortopedista pediátrico puede usar una prótesis blanda que mantiene el fémur en su lugar, mientras alarga ligeramente las piernas, permitiendo que el niño se mueva libremente. A menudo, se aconseja a los padres que sostengan al niño a horcajadas sobre su cadera el mayor tiempo posible y que el niño duerma boca arriba con las piernas ligeramente abiertas. Estas prácticas ayudan a mantener las caderas en la posición correcta y promueven un desarrollo saludable.
Antes de los seis meses, no todos los casos requieren tratamiento ortopédico. Los recién nacidos pueden recuperarse con maniobras específicas y un manejo adecuado por parte de los padres bajo la supervisión de un ortopedista pediátrico. Si los tratamientos ortopédicos no corrigen la luxación, la cirugía puede ser la última opción. La intervención quirúrgica generalmente se reserva para los casos más graves y consiste en reposicionar la cadera en su lugar correcto y, en algunos casos, remodelar la cavidad de la pelvis para asegurar que la cabeza del fémur se mantenga en su posición.
Detectar los síntomas para evitar problemas mayores
Es importante recordar que la displasia de cadera en bebés es una malformación fácil de tratar si se diagnostica a tiempo. El tratamiento ortopédico soluciona la mayoría de los casos. Por ello, es crucial estar atentos a los síntomas y seguir las indicaciones del ortopedista pediátrico para evitar secuelas y complicaciones. Un manejo adecuado y a tiempo no solo mejora la calidad de vida del niño, sino que también previene problemas futuros que pueden ser más difíciles de tratar. Además, es fundamental que los padres mantengan una comunicación abierta y regular con el pediatra para asegurar que cualquier signo de displasia de cadera se detecte y trate lo antes posible.
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