¿Qué es el síndrome de Tourette?

¿Has experimentado en alguna ocasión un ‘tic’? Esto son movimientos musculares espasmódicos, de carácter repetitivo y que no se pueden controlar. Normalmente, surgen por situaciones de especial nerviosismo o estrés, por lo que desaparecen cuando este desencadenante también deja de producirse.

Sin embargo, también pueden ser resultado de un problema más complejo, conocido como síndrome de Tourette. Hoy en Opinión Médica Online queremos hablarte de este y de las razones por las que es un trastorno frecuente en niños y jóvenes.

¿Qué es el síndrome de Tourette?

Conocido como síndrome de Gilles de la Tourette, se trata de un trastorno neurológico en el que la persona afectada realiza movimientos repetitivos o sonidos indeseados sin que pueda contralarlos. Por lo tanto, presenta una serie de ‘tics’ que pueden ser de dos tipos diferentes:

  • Motores: se muestran a través de movimientos del cuerpo. Los más habituales son parpadear, encoger los hombros o sacudir un brazo.
  • Vocales o fónicos: son sonidos que realiza la persona a través de su voz. Incluyen murmullos, aclararse la garganta o incluso gritar una palabra o frase.

¿En qué momento de la vida suele presentarse?

Además de qué es el síndrome de Tourette, una de las cuestiones más importantes de este trastorno es el momento de la vida en el que suele aparecer. Y es que se trata de una alteración propia de la infancia y la adolescencia, porque los primeros ‘tics’ acostumbran a presentarse entre los 2 y los 15 años, situándose el promedio en torno a los 6 años.

Además, se calcula que su prevalencia en la población general es de entre 4 y 10 por cada 1.000 personas, siendo considerablemente más frecuente entre los hombres: estos tienen entre 3 y 4 más probabilidades de padecerlo que las mujeres.

¿Por qué se produce el síndrome de Tourette?

Actualmente, no se conoce la causa exacta por la que puede aparecer. Si bien, además de la comentada mayor incidencia en hombres, las investigaciones realizadas apuntan a un posible origen genético, porque tener antecedentes familiares de este síndrome (o de otros trastornos de ‘tics’) puede incrementar el riesgo de padecerlo.

¿Cuáles son los síntomas del síndrome de Tourette?

Los primeros síntomas aparecen habitualmente cuando el niño o niña tiene entre 5 y 10 años. Las señales más habituales son ‘tics’ de tipo motor en zonas como la cabeza y el cuello, aunque los tipos de estos y su frecuencia cambian tanto con la persona como con el tiempo: en algunos casos pueden reducirse durante la adolescencia y terminar desapareciendo por completo, mientras que en otros pueden empeorar durante la vida adulta. De hecho, debido a que con el paso de los años los síntomas pueden aparecer, desaparecer y volver a aparecer, se considera que es una condición crónica.

Así, los síntomas abarcan ‘tics’ simples, como cerrar los ojos o emitir sonidos leves al respirar, a ‘tics’ complejos que muestran un patrón definido, como cabecear y luego saltar. De hecho, especialmente llamativos son situaciones como la coprolalia, en la que la persona pueden gritar palabras obscenas o poco apropiadas, o la ecolalia, en la que repetirá lo dicho por otras personas.

¿Cómo se diagnostica el síndrome de Tourette?

Dado que no hay unas pruebas de laboratorio específicas para su diagnóstico, el médico podrá realizar un examen para detectar la sintomatología y realizar el diagnóstico. Así, entre los aspectos que tendrá en cuenta para detectarlo estarán:

  • La existencia de varios ‘tics’ motores y uno o más tics ‘vocales’, aunque estos últimos no se produzcan desde hace tiempo.
  • Que estos ‘tics’ se presenten de forma habitual: como poco, de forma intermitente y a lo largo de un período superior a un año.
  • Que el inicio de los ‘tics’ se haya producido durante la infancia o adolescencia del paciente.
  • Que no haya ningún desencadenante que pueda producir estos ‘tics’, como la ingesta de medicamentos o la existencia de un problema cerebral o neurológico.

¿Cuál es el tratamiento para el síndrome de Tourette?

Este es un trastorno complejo y de difícil tratamiento. Si el caso es leve, ya que los ‘tics’ no afectan a la actividad diaria del paciente, habitualmente se le dará información y se realizará un manejo psicológico. Mientras que si es moderado o grave, será necesario realizar un enfoque multidisciplinario (neurológico, psiquiátrico, psicológico, etc.) desde el punto de vista conductual y/o farmacológico.

En concreto, los medicamentos que pueden proporcionar buenos resultados para aliviar los ‘tics’, encontramos los que bloquean la dopamina, las inyecciones de botulina (bótox), los que actúan frente al déficit de atención con hiperactividad, los antidepresivos, los anticonvulsivos o los inhibidores adrenérgicos centrales.

Junto a ellos, también hay terapias conductuales que se podrán pautar en función de las características del paciente. Estas pueden estar encaminadas a:

  • Modificar su comportamiento para que intervenga de forma consciente frente a los ‘tics’.
  • La realización de psicoterapia, para ayudar a que el paciente afronte satisfactoriamente otros problemas que suelen acompañarlo, como el trastorno por déficit de atención, la hiperactividad, la depresión o la ansiedad.
  • La estimulación cerebral profunda, mediante la implantación de un dispositivo médico en el cerebro que brinde una estimulación eléctrica a las regiones de este órgano que se encargan del movimiento. Se trata de una solución apta para los casos graves, en los que el paciente no responde adecuadamente al resto de tratamientos.

El síndrome de Tourette, un trastorno que no suele presentarse solo

Esperamos que te sea de ayuda esta información sobre qué es el síndrome de Tourette. Ten en cuenta que se trata de problema suele estar acompañado de otras condiciones médicas, porque muchos de los niños y jóvenes que son diagnosticados también presentan un trastorno de tipo mental, conductual o del desarrollo, como pueden ser ansiedad, trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) o trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Por eso, es fundamental realizar una valoración completa del paciente para personalizar el tratamiento y ajustarlo a sus necesidades.

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