Dormir es una actividad necesaria y, aparentemente, sencilla de realizar. Sin embargo, responde a una serie de procesos complejos que lleva a cabo nuestro organismo, y en los que intervienen tanto nuestros ritmos circadianos como la segregación de ciertas sustancias, como la adenosina o la melatonina. Y para que todo esto sea posible, es imprescindible la participación de un pequeño órgano, de poco más de 100 gramos, y que se encuentra alojado en el cerebro: la glándula pineal.
Esta es una glándula endocrina que está en la parte superior del diencéfalo, por lo que, además de producir y liberar la mencionada hormona de la melatonina, también juega un papel fundamental para controlar nuestras fases de sueño y vigilia, de forma que nuestro reloj interno esté sincronizado con el ciclo de luz-oscuridad.
Así, debido al papel que juega dentro de nuestro sistema endocrino, cualquier alteración en su funcionamiento habitual puede tener consecuencias no solamente en el sueño, sino incluso también en el estado de ánimo de la persona afectada. Es esta la razón por la que hoy queremos hablarte de la relación existente entre el quiste pineal y la ansiedad.
¿Qué es un quiste pineal y por qué puede producirse?
Un quiste pineal es un saco anormal lleno de líquido que se localiza en la glándula pineal. Normalmente está formado por líquido cefalorraquídeo, que es la sustancia que baña, protege y amortigua tanto el cerebro como la médula espinal.
Estos pueden incluso generarse antes del nacimiento y generalmente son benignos (no cancerosos). De hecho, en el caso de los quistes pineales, es frecuente detectarlos de forma casual en estudios de Resonancia Magnética (RM), porque su prevalencia varía considerablemente entre la técnica empleada (esta se sitúa entre el 1 y el 35 % de los adultos).
En aquellos casos en los que se detecta en personas adultas asintomáticas, se suele recomendar un seguimiento clínico que no requiera realizar pruebas de imagen. Mientras que si se detectan en edad pediátrica, sí puede ser aconsejable un seguimiento clínico y la realización de este tipo de pruebas para confirmar la estabilidad del quiste. No en vano, si a lo largo de esta observación se detecta que crece el quiste o aparecen síntomas, sí puede llegar a valorarse opciones terapéuticas, como la realización de una neurocirugía.
Síntomas que puede causar un quiste pineal
La gran mayoría de quistes pineales no producen ningún síntoma apreciable e incluso son detectados tras el fallecimiento de la persona, durante su autopsia. O incluso pueden deshacerse y desaparecer de forma espontánea, así como crecer y acumular cada vez más líquido. De ahí la importancia de, si se detectan, realizar estudios de imagen que permitan arrojar un correcto diagnóstico y diferenciarlos de los tumores de la región pineal, los cuales se clasifican en cuatro grados y subtipos.
Lo más habitual es que estos quistes pineales surjan durante el desarrollo fetal o la adolescencia y primeros años de vida adulta, justo después de la pubertad. Y aunque no se conoce los motivos por los que realmente aparecen, es posible que tenga algo que ver con la disminución del tamaño de la glándula pineal, una vez que se ha participado en el desarrollo sexual y reproductivo.
En aquellos casos infrecuentes, el exceso de líquido cefalorraquídeo o el sangrado dentro del quiste puede provocar síntomas como dolor de cabeza, problemas para mirar hacia arriba o incluso la acumulación de esta sustancia en el cerebro, lo que se conoce como hidrocefalia. Este problema puede causar molestias más evidentes, como confusión, vértigo, dolores de cabeza, malestar estomacal y náuseas, visión doble, somnolencia, problemas para caminar y para mantener el equilibrio, vómitos, desmayos (síncopes) y, en los peores casos, coma.
Quiste pineal y ansiedad: ¿puede haber alguna relación?
En ocasiones, los quistes de la glándula pineal se han asociado con cefaleas, crisis epilépticas y trastornos psíquicos. Se cree que el factor más decisivo para que puedan convertirse en sintomáticos es que su tamaño supere los 2 centímetros de diámetro o causen un sangrado intraquístico, denominado apoplejía pineal.
Hay que tener en cuenta que este pequeño órgano con forma similar a una piña produce fundamentalmente melatonina. Esta es una hormona que, además de encargarse de la sincronización circadiana y la regulación del sueño, también participa en la termorregulación corporal, en el sistema inmune, en el desarrollo puberal, en la osteogénesis, en acciones metabólicas, en la protección del sistema digestivo y en el correcto funcionamiento del cerebro.
No en vano, también se la ha relacionado con la patogenia de ciertos desórdenes psiquiátricos, como la depresión y enfermedades degenerativas. En este sentido, desde los años 70 se han realizado numerosos estudios sobre la relación entre la acción de los antidepresivos sobre la glándula pineal y se ha demostrado su efecto, por lo que es indudable que la glándula pineal y la melatonina participan en los desórdenes psiquiátricos y en las mencionadas enfermedades degenerativas.
Sin embargo, la etiopatogenia (causas) de enfermedades o trastornos como la depresión y la ansiedad es compleja y, detrás de estas, puede haber multitud de factores involucrados. Esta es la razón por la que es complicado poder establecer una asociación directa entre la existencia de un quiste pineal y la ansiedad, aunque tampoco puede descartarse si existe un quiste sintomático que tiene la capacidad de alterar el correcto funcionamiento del órgano y provocar problemas, como alteraciones graves del sueño.
Posibles tratamientos para el quiste pineal sintomático
En el caso de presentar cualquiera de los síntomas anteriormente mencionados, es importante acudir al médico para que determine el origen de estos y, si detecta algún tipo de lesión en la glándula pineal, realice un diagnóstico diferencial.
Como hemos comentado, los quistes pequeños y asintomáticos seguramente no precisen de tratamiento, pero si crecen o se asocian con otros problemas, pueden llevarse a cabo cirugías para su extracción. Entre ellas, algunas mínimamente invasivas, como la punción y aspiración mediante neuronavegación o abordaje endoscópico; así como otras más complejas, como la craneotomía y exéresis del quiste.
Te recomendamos: