Patología

Espondilitis anquilosante.

La espondilitis es una forma crónica de artritis. Afecta sobre todo a los huesos y las articulaciones en la base de la columna, donde ésta se conecta con la pelvis. Con el tiempo, puede hacer que algunas vértebras se fusionen, lo que provoca que la espina dorsal sea menos flexible y puede conducir a una postura encorvada hacia adelante del paciente.

La cavidad torácica también se podría fusionar, lo cual limita la expansión normal del pecho y dificulta la respiración. Esta enfermedad también puede causar fiebre, pérdida del apetito, fatiga e inflamación en órganos como los pulmones, el corazón y los ojos.

La espondilitis es una de las patologías más demandadas dentro de la especialidad médica de Reumatología.

La enfermedad generalmente comienza entre los 20 y los 40 años y afecta más a los hombres que a las mujeres.

Los primeros síntomas de la espondilitis anquilosante pueden incluir dolor y rigidez en la espalda lumbar y las caderas, en particular por la mañana y después de períodos de inactividad. Usualmente el dolor comienza en la espalda baja o las nalgas pero puede progresar hacia la parte superior de la columna, el pecho y el cuello.

La espondilitis anquilosante no tiene una causa específica conocida, aunque los factores genéticos parecen estar implicados.

No existe cura para la espondilitis anquilosante, pero los tratamientos pueden disminuir los síntomas y posiblemente retrasar la evolución de la enfermedad. El diagnóstico precoz y el tratamiento adecuado pueden ayudar a controlar el dolor y la rigidez. 

El tratamiento más común suele basarse en fármacos antiinflamatorios no esteroides, que ayudan a aliviar el dolor y la rigidez, por lo que el paciente puede hacer ejercicio, mantener una buena postura y continuar sus actividades cotidianas.

Es importante también mantener una postura apropiada, ya sea dormido, sentado o de pie, para evitar que las articulaciones se fusionen en posiciones indeseables.

El ejercicio regular es la parte más importante del control general de la espondilitis. La meta es prevenir la rigidez permanente y conservar la amplitud de movimiento en el cuello y la espalda.

 

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